‘El tren pasa primero’ (2005), de Elena Poniatowska

El tren pasa primeroEn apenas un mes Elena Poniatowska recibirá el Premio Cervantes que se le concedió el año pasado. Antes de lograr este reconocimiento, la difusión de su obra y su conocimiento entre el público español ha sido bastante limitado. De hecho yo, ni la había leído ni sabía prácticamente nada de ella. Ha sido gracias al premio que me he animado a probar fortuna.

La elección ha sido complicada porque es autora de una vasta producción en diferentes géneros, no siempre bien delimitados. Soy lector de narrativa, así que buscaba una novela que pudiera ser representativa de su obra. Al revisarla me he encontrado con varios títulos como “Tinísima” o “Leonora”, que en algunos sitios califican como biografía y en otros como novela. La temática me atraía, pero al no estar seguro de su naturaleza he ido a una apuesta segura como “El tren pasa primero”, que ganó el prestigioso Premio Rómulo Gallegos en 2007.

La novela se ambienta en el México de los años cincuenta y tiene como eje los conflictos laborales de los trabajadores del ferrocarril de este país. Aunque el personaje principal, Trinidad Pineda Chiñas, es ficticio, está inspirado en la figura real de Demetrio Vallejo, emblemático líder sindical de la época. Lo primero que me ha llamado la atención de la novela es su estructura. La obra se abre en mitad de la acción con la convocatoria de una huelga general dirigida por Trinidad, que acaba con un triunfo de los trabajadores, aunque él es posteriormente encarcelado. El relato transcurre de forma lineal hasta un punto en que regresa al pasado para relatarnos la vida de Trinidad desde su infancia hasta que logra convertirse en una figura sindical. Esta forma de plantear la historia puede despistar a algunos lectores. La verdad es que no se si hubiera preferido un relato más convencional, que empezara desde la infancia del personaje y hacia delante. Por un lado, empezar a mitad de la trama sirve para meterte enseguida en el meollo de la acción. Por otro, el conocer la historia personal de Trinidad antes ayudaría a conocer mejor su comportamiento y forma de ser, ya que al principio nos damos cuenta de que nos faltan datos para entender algunas cosas, como la relación con su sobrina Bárbara, que sólo se comprenden cuando leemos la historia de su ascensión.

Se nota que Poniatowska es periodista ya que en muchas ocasiones su estilo bordea el reportaje y la crónica, sobre todo en la descripción de los hechos relacionados con las movilizaciones sindicales. El relato tiene un elevado tono de denuncia, tanto de las condiciones de vida de los El tren pasa primero 2trabajadores como de la política e intereses ocultos detrás de las decisiones empresariales, en la estela de obras clásicas del género como “Germinal”, de Zola o “La jungla”, de Upton Sinclair. Esta vertiente sociopolítica de la novela se complementa con otra faceta, donde utiliza un estilo más propiamente literario, y que aborda al personaje de Trinidad como ser humano, mostrándonos dos caras muy interesantes de su persona. Al sindicalista infatigable y preocupado por sus compañeros se opone al hombre desapegado de su familia, con grandes carencias emocionales. Un gran acierto el mostrar como detrás de la fachada pública admirada puede ocultarse la pobreza interior. En este sentido la obra es equilibrada en su posicionamiento. Aunque se muestra claramente partidaria de las reivindicaciones y movilizaciones sindicales, no es un relato hagiográfico ni ensalzador de la clase trabajadora sino que no duda en mostrar también sus flaquezas, tanto en el ámbito social como personal.

Un buen libro que me ha animado a leer más obras de la autora.

VALORACIÓN: 7/10

‘Herejes’ (2013), de Leonardo Padura

Herejes

A raíz del éxito de ‘El hombre que amaba a los perros’ había incluido a Leonardo Padura en mi lista de «autores a leer». En principio había pensado en esta novela, pero en Navidades me regalaron su última obra, ‘Herejes’, y ya que la tenía entre manos no iba a desaprovechar la oportunidad.

Aparte de la obra sobre Trostky, Padura es sobre todo conocido por la serie de novelas policíacas protagonizadas por el detective Mario Conde, un Sam Spade caribeño cuyas peripecias tienen lugar en Cuba y de la que ‘Herejes’ es la última entrega. Después de leer el libro no creo que sea propio hablar de una novela sino de tres historias engarzadas levemente. Me explico.

La obra se divide en tres partes. Para la primera reproduzco parte de la explicación de la cubierta del libro porque no se me ocurren mejores palabras para hacerlo. En 1939, el S.S Saint Louis, en el que viajaban novecientos judíos que habían logrado huir de Alemania, pasó varios días fondeado frente a La Habana en espera de que se autorizara el desembarco de los refugiados. El niño Daniel Kaminsky y su tío aguardaron en el muelle a que descendieran sus familiares, confiados en que éstos utilizarían ante los funcionarios el tesoro que portaban a escondidas: un pequeño lienzo de Rembrandt que pertenecía a los Kaminsky desde el siglo XVII. Pero el plan fracasó y el barco regresó a Alemania, llevándose consigo toda esperanza de reencuentro. Muchos años después el hijo de Daniel, Elías, viaja desde Estados Unidos a La Habana para aclarar qué sucedió con el cuadro y con su familia. Evidentemente el encargado de realizar la investigación es Mario Conde.

En la segunda parte, el narrador se traslada al siglo XVII, a la ciudad de Amsterdam, donde nos relata la génesis del cuadro a que se refiere en la primera parte a través de la figura de un joven judío que entra como discípulo en el taller de Rembrandt en contra de los preceptos de su religión. En la tercera parte volvemos a Cuba, un año después de los hechos narrados en la primera parte, en la que Mario Conde investiga la desaparición de una joven Emo y que nos mete en el ámbito de las tribus urbanas de La Habana.

El hilo de unión entre las tres partes es muy tenue y cualquiera de ellas se podría leer independientemente sin ningún problema. Es más, en realidad entre sí se aportan poco. Y esto para mí es una debilidad. El título indica hacia donde apuntaba el autor pero, en vez de una sola historia dividida en tres partes me resultan más tres narraciones con una temática de fondo, muy de fondo, similar. Partiendo de esta premisa voy dar mi opinión de cada parte como si se tratarán de tres obras distintas:

-Primera parte: el planteamiento de la obra es muy prometedor y genera unas grandes expectativas que, a medida que se desarrolla la historia, van diluyéndose hacia un final demasiado previsible y plano.  La narración amaga todo el tiempo sin terminar de golpear.

-Segunda parte: tiene un desarrollo muy de novela histórica. Por una parte cuenta la relación de Rembrandt y su discípulo que transcurre por los cauces habituaLeonardo Padurales de las tramas de maestro-aprendiz y, por otra, nos muestra las dudas y problemas que le genera al protagonista seguir sus deseos en contra de lo que marca su religión y su ambiente social. Es una historia correcta sin más.

-Tercera parte: me ha resultado muy aburrida. Tengo la impresión de que el tema de las tribus urbanas se le escapa al narrador, que lo aborda desde una posición alejada, caminando por lugares comunes sin dar una visión personal. Debo decir que la novela policíaca generalmente me termina aburriendo salvo que tenga alguna particularidad que la haga diferente. En este caso se ciñe al guión del género al milímetro, al margen del folklore propio (y previsible) que le aporta la condición del detective.

Aparte de esto, pese a que creo que Padura es un buen narrador, con una gran capacidad narrativa y estilística, para mi gusto la obra tiene una extensión excesiva y podrían haberse aligerado algunos pasajes para permitir al lector llegar con algo más de fuelle al final, teniendo en cuenta además que la última es la parte más floja de todo el libro. La verdad es que me ha decepcionado. Había escuchado muy buenas críticas sobre el autor y esperaba algo más. No me invita mucho a leer otra historia protagonizada por Mario Conde. Tendré que volver a mi plan original de leer ‘El hombre….

VALORACIÓN: 4/10

‘Blanco nocturno’ (2010), de Ricardo Piglia

No me gusta ser categórico en mis comentarios porque al fin y al cabo no son más que impresiones y opiniones muy personales sin ánimo ni de sentar cátedra ni de constituir verdades irrebatibles. Por una vez me voy a permitir una licencia. Piglia es uno de los mejores escritores contemporáneos en castellano.

Sus obras conjugan la inteligencia y maestría técnica y estilística con la capacidad para construir historias atrayentes, magistralmente narradas y que invitan a trascender la anécdota para reflexionar. Es decir, consigue dinamitar el eterno debate entre literatura de entretenimiento y la literatura de ideas uniendo ambas con un  saber hacer al alcance de muy pocos. Pese a que su primera obra vio la la luz en 1967, su producción narrativa no es muy extensa, con apenas cinco novelas y otras tantas colecciones de relatos. Aún así, es más que suficiente para pasar a engrosar los cánones literarios de aquí a la eternidad.

‘Blanco nocturno’ arranca como una novela policíaca ambientada en los primeros años setenta en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. El veterano comisario Croce (¡fantástico personaje!) se enfrenta al caso de descubrir al asesino de Tony Durán, un estadounidense de origRicardo Pigliaen portorriqueño que recaló en la ciudad siguiendo a las hermanas gemelas Belladona con las que ha mantenido un complicado triángulo amoroso (bueno, más bien sexual). Durante la primera parte de la obra, la narración transcurre por los cauces de la investigación dirigida por Croce del personaje y las circunstancias del crimen. Es cuando aparece en escena la figura del periodista Emilio Renzi (ya presente en obras anteriores de Piglia), enviado a cubrir el tema por un periódico de la capital, cuando la historia cambia de punto de vista para embarcarnos en las indagaciones de Renzi. Estás pronto quitan el foco del crimen para centrarse en la maraña de las relaciones que rigen la vida de los miembros de la familia Belladona, en las que Tony Durán no ha sido más que una mosca atrapada en la telaraña.

Lo dicho. Una novela estupenda que fue galardonada con el Premio de la Crítica en España y el Premio Rómulo Gallegos.

VALORACIÓN: 8/10

‘Oficio de difuntos’ (1976), de Arturo Uslar Pietri

oficio de difuntosUno de los subgéneros más prolíficos dentro de la narrativa latinoamericana es la llamada ‘novela de dictador’. Prácticamente todos los grandes narradores, de diferentes nacionalidades, han abordado está temática en algún momento de su carrera: Mario Vargas Llosa (‘La fiesta del chivo’), Miguel Angel Asturias (‘El Señor Presidente’), Augusto Roa Bastos (‘Yo el Supremo’), Gabriel García Márquez (‘El otoño del patriarca’), Alejo Carpentier (‘El recurso del método’), etc….. todas novelas magníficas por cierto.

Al margen del indudable atractivo y las posibilidades de la figura del dictador como personaje literario, se une la realidad histórica del continente americano que ha visto como en todos los países ha surgido en algún momento un caudillo que ha regido con mano férrea los designios de la nación durante un tiempo. Un fenómeno político-social tan extendido y presente es casi materia obligada para los autores de ficción.

‘Oficio de difuntos’ es una de las obras de este tipo menos conocida. En ella Juan Vicente GomezUslar Pietri aborda la figura de Juan Vicente Gómez, dictador de Venezuela entre 1903 y 1935. La obra se plantea como un roman à clef en el cual todos los nombres, tanto de personas como geográficos son ficticios pero fácilmente identificables con otros reales. Por ello, es recomendable leer una edición anotada que nos desvele quien es quien e informarse sobre los acontecimientos históricos para poder extraer todo el jugo al libro.

La obra arranca con la muerte del dictador y, a través de la figura del sacerdote encargado de su panegírico, retrocede en el tiempo para contarnos su vida desde el principio. Una gran acierto por parte del autor ya que nos permite conocer no solo al personaje político sino a la persona anónima,  cuando no era más que un hacendado rural sin pretensiones políticas. Somos testigos de como las circunstancias le van moldeando el carácter, despertando su ansia de poder y de dominio, empujándole a un futuro para el que no parecía destinado.

La parte más «convencional» es la que aborda los años en el poder, donde es inevitable sentir cierta sensación de deja vu respecto a otras novelas de la misma temática. Esto no le resta valor a la obra ni se puede ver como un remedo de otras. En el fondo los métodos de control y la forma de actuar de los dictadores en cualquier sitio se rige por unos patrones muy similares. Es normal que la historia de uno nos recuerde a la de otro.

La novela es muy buena y no tiene nada que envidiar a las anteriormente mencionadas. Es una lástima que no sea más conocida y sea difícil de encontrar en España.

VALORACIÓN: 8/10

‘Santa Evita’ (1995), de Tomás Eloy Martínez

Santa EvitaHace unos meses publiqué un comentario sobre la novela ‘Noticias del Imperio’ en la que me preguntaba cómo era posible que una obra tan extraordinaria fuera tan desconocida en España. Pues lo mismo puede decirse en este caso. Es absolutamente increíble que una novela de esta talla no sólo sea poco conocida, es que ni siquiera es sencillo encontrarla en las librerías. Y eso que es una de las novelas argentinas más vendidas y traducidas en todo el mundo, de la que el propio García Márquez dijo que era «la novela que siempre quiso leer». Todo ello me hace pensar que seguimos mirando con condescendencia la producción literaria de América Latina, exceptuando a los autores ya consagrados. No es de recibo que clásicos como este no sean obras de culto en España mientras que auténticas medianías de otros países invaden nuestras estanterías. Imperdonable.

Describir la sinopsis de la novela es algo anecdótico ya que el argumento pasa a un segundo plano y la obra trasciende la propia narración para situarse en lo que me gusta llamar como «novela total», la que aborda con profundidad y maestría la condición humana hasta su último rincón. En este caso, la trama se vertebra alrededor del destino del cuerpo embalsamado de Eva Perón que, tras la caída del gobierno de su marido en 1955, empieza una periplo tan rocambolesco que supera la ficción. De hecho me ha parecido tan increible que he acudido a fuentes históricas para corroborar lo que estaba leyendo. Salvo por alguna licencia literaria, el grueso de la historia que narra el autor es verídica. Absolutamente alucinante. Y demencial. A Momia Eva Perónpartir de esta historia se nos ofrece un amplio abanico de personajes que tuvieron que ver con el asunto y cuya vida quedó definitivamente marcada como una especie de maldición «a lo Tuntankhamon» a la vez que se recrean partes de la vida del mito de Eva Perón en una lección magistral para entender, no sólo a la sociedad argentina, sino también el funcionamiento interno de los mecanismos que rigen en los grupos humanos.

Realmente poco más puedo decir porque plasmar todo lo que significa la obra me llevaría millones de palabras y, aún así, no la abarcaría. Lo mejor es invitar a todo el mundo a leerla y disfrutar de una de esas novelas que te dejan marcado para siempre y que, por unas horas, te deja atisbar la grandeza y profundidad del ser humano.

VALORACIÓN: 9/10

‘Gringo Viejo’ (1985), de Carlos Fuentes

Gringo viejoNo voy a perder mucho tiempo en introducir al autor. Carlos Fuentes es una figura indispensable de la historia de la literatura universal de todos los tiempos. Sólo con haber escrito dos obras como ‘La región más transparente’ (1958) y ‘La muerte de Artemio Cruz’ (1962) sería suficiente para subir al Olimpo de los escritores. Yo me conformaría con escribir alguna vez en mi vida ¡¡¡una sola página!!! igual de soberbia que las de estas dos novelas.

Cuando se tiene a un autor en tan gran consideración es difícil valorar con objetividad otras obras suyas porque el peso de las novelas anteriores se hace notar. Aún así voy a intentar ser justo. ‘Gringo viejo’ es, a mí gusto, una novela fallida. A priori parece que la combinación de gran argumento + gran autor solo puede dar como resultado una joya literaria pero, está claro que en la creación no hay fórmula magistral.

La novela tiene como protagonista al personaje real de Ambrose Bierce, extraordinario escritor estadounidense de finales del siglo XIX-principios del XX, autor de alguno de los mejores relatos que he leído en mi vida (‘Chickamauga‘, ‘Incidente en el puente de Owl Creek‘, ‘Aceite de perro’, ‘Mi crimen favorito‘, etc…). Creo que su fama es menor que la de otros por no haber escrito nunca una novela, sino narraciones breves que siempre son de alcance más limitado con el público y parecen un género menor.

La cuestión es que un buen día de 1912, cuando tenía 71 años, Bierce decidió coger el petate y marcharse a México, sumido en plena Revolución. Su última carta a su familia recogía esta despedida: «Adiós. Si oyes que he sido colocado contra un muro de piedra mexicano y me han fusilado hasta convertirme en harapos, por favor, entiende que pienso que esa es una manera muy buena de salir de esta vida. Superior a la ancianidad, a la enfermedad o a la caída por las escaleras de la bodega. Ser un gringo en México. ¡Ah, eso sí es eutanasia!». Y nunca más se supo de él. ¿Increible historia verdad?.

El punto de partida de la novela no puede ser más fascinante. Sin embargo la novela me ha resultado muy plana, poco vibrante. Fuentes fabula sobre el destino de Bierce en México, donde se une a una partida de revolucionarios comandados por el general Tomás Arroyo con quien establece un intricado triángulo amoroso/filosófico en el que el centro es Harriet Winslow, una joven estadounidense que trabaja como institutriz en una de las fincas atacadas por los rebeldes. La obra amalgama temas relacionados con la identidad personal, las relaciones padre-hijo, las raíces de la revolución o las tensiones México-Estados Unidos pero de una forma algo deslavazada y confusa (al menos para mí), que entorpece el ritmo de la narración. Fuentes desaprovecha la gran baza de un personaje como Bierce del que no explota todo su potencial. Al final da la impresión de que hubiera sido igual que se llamará John Smith o Peter Thompson. Es simplemente un anciano estadounidense aventurero en busca de su destino. No es Ambrose Bierce.

Igual pasa con el tema de la revolución. La visión que nos ofrece es demasiado reducida, muy circunscrita al personaje de Tomás Arroyo cuya historia, en vez de ser una proyección del movimiento revolucionario, es anecdótica. Para entender la revolución mexicana sigue pensado que la mejor novela es ‘Los de abajo’ (1915), de Mariano Azuela.

Por supuesto que la obra está maravillosamente escrita desde un punto de vista estilístico pero el desarrollo de la historia es insulso y no engancha. Una lástima aunque Fuentes siempre será Fuentes. Un maestro. Amén.

Curiosidad: La novela fue llevada al cine en 1989 en uno de los últimos papeles de Gregory Peck.

VALORACIÓN: 5/5

‘Noticias del Imperio’ (1987), de Fernando del Paso

Noticias del ImperioMe precio de ser un estudioso (aficionado por supuesto) de la literatura y hasta hace cinco o seis años no habia tenido noticia de esta novela. Fue a través del Libro ‘1.001 libros que hay que leer antes de morir’ cuando supe de su existencia. Me llamó mucho la atención por la temática que abordaba y lo busqué en varias librerías y tiendas online sin fortuna. Desde entonces lo añadí a mi lista de futuribles en espera de que el libro llegara a mí. Y así ha sido. Fue en una tienda de segunda mano (no sólo de libros sino de todo tipo de artículos). Brujuleando entre las estanterías, el título saltó a mis ojos. Nunca pensé que podría encontrarlo en un establecimiento como ese ya que generalmente sólo tienen bestsellers y libros prácticos. Por su extensión estaba dividido en dos volúmenes y tardé segundos en coger los dos y dirigirme a la caja para estupor del vendedor que estoy seguro nunca imaginó que alguien fuera a comprar aquel mamotreto desconocido. Basta decir que me salió por 4 euros.

‘Noticias del Imperio’ recrea la intervención francesa en México, cuando se estableció entre 1863 y 1867 el efimero y artificial Segundo Imperio, a cuyo frente las potencias europeas colocaron a Maximiliano de Habsburgo y que concluyó con su fusilamiento en el Cerro de las Campanas de Querétaro. Hasta aquí nada especial. De hecho, no es la primera vez que se aborda el tema.

Lo extraordinario es el texto, que se alterna en dos planos narrativos intercalados. En el primero asistimos al monólogo de la princesa Carlota, mujer de Maximiliano, loca desde la ejecución de su marido y que, próxima a su muerte en 1927, recuerda su historia de amor en un soliloquio desagarrado y delirante. Fabuloso. En un segundo nivel, el autor aplica puntos de vista y estilos narrativos diferentes para recreer cronológicamente los sucesos históricos utilizando desde personajes históricos reales a otros inventados o tangencialmente relacionados con la historia. No es una narración histórica al uso sino una obra de orfebrería estilística y un derroche de erudición. Igualmente fabuloso.

‘Noticias del Imperio’ es una de las novelas más fascinantes que he leído en los últimos años, digna de figurar como una de las mejores obras latinoamericanas del siglo xx al nivel de títulos como ‘La muerte de Artemio Cruz’, de Carlos Fuentes, ‘Rayuela’, de Julio Cortázar, ‘Cien años de soledad’, de Gabriel García Márquez o ‘El siglo de las luces’, de Alejo Carpentier por citar algunas. No es de extrañar que en 2007 un jurado de 60 escritores convocado por la revista Nexos, la eligiera como la mejor novela mexicana de los últimos 30 años o que, en 2012, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara organizara un homenaje con motivo de los 25 años de su publicación.

La creación de Del Paso es sencillamente extraordinaria. De esas novelas que trascienden su propia narración para convertirse en un obra total que aborda con profundidad y maestría los recovecos más escondidos de la existencia y el alma humana y nos ayuda entender el mundo y a plantearnos cuestiones universales. Creo que con eso está todo dicho. De obligada lectura.

Una queja final: ¿Cómo es posible que un libro así sea prácticamente desconocido en nuestro país y tan difícil de encontrar?. Es demencial y me hace pensar que seguramente estén pasando joyas ocultas ante mis ojos sin que me de cuenta…….

VALORACIÓN: 10/10

Fernando del Paso (1935) nació en Ciudad de México. Tras estudiar Economía y Literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México, empezó a trabajar como escritor publicitario. Gracias a diferentes becas pudo comenzar su actividad literaria en México y, más tarde, en Iowa y Londres, donde trabajó en la BBC. En 1985 se trasladó a París para trabajar en la embajada mexicana, siendo nombrado Cónsul general en 1989. En 1992 regresó a México como director de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz de la Universidad de Guadalajara. Es autor de las novelas ‘José Trigo’ (1966, Premio Xavier Villaurrutia), ‘Palinuro de México’ (1977, Premio Rómulo Gallegos), ‘Noticias del Imperio’ (1987, Premio Mazatlán) y ‘Linda 67. Historia de un crimen’ (1995). Además ha escrito ensayo, poesía y teatro y ha expuesto sus dibujos y pinturas.

‘El museo de cera’ (1981), de Jorge Edwards

libro_1246357514El escritor chileno Jorge Edwards es uno los autores latinoamericanos con una carrera literaria más dilatada. Aunque de cara al público su nombre sea mucho menos conocido que el de otros coetáneos como Vargas Llosa, García Márquez o Carlos Fuentes, lleva más de 60 años publicando regularmente novelas, cuentos, artículos periodísticos y libros de memorias, de forma que ha conseguido crear un corpus literario notable que se vio respaldado con la concesión del Premio Cervantes de 1999.

Hasta la fecha sólo había leído su primera novela, ‘El peso del noche’, pero llevaba tiempo intentando hincarle el diente a alguna otra. Si he tardado no es por falta de ganas sino por la dificultad en encontrar alguna de sus obras más emblemáticas (no solo en librerias sino incluso en bibliotecas). Finalmente he tenido que acudir a una tienda de segunda mano (Libros Alcaná) para hacerme con dos de ellas: ‘El museo de cera’ y ‘Los convidados de piedra’ (esta de momento la tengo pendiente).

‘El museo de cera’ es un novelita corta, un divertimento ligero pero entretenido, escrito con maestria e inteligencia. La historia se centra en el personaje del marqués de Villa-Rica, una rareza anacrónica que vive en un país latinoamericano (previsiblemente Chile) en una época no especificada (se intuye que es en la segunda mitad del Siglo XX). Absorbido en su palacio por una mentalidad anclada varios siglos atrás parece flotar por encima de la vida real como una reminiscencia del pasado.

Todo cambia cuando, ya maduro, decide casarse con una joven y bella muchachita burguesa que no tarda en ponerle los cuernos con su apasionado profesor de piano. El márques les sorprende en medio de una de sus «clases» y la imagen del adulterio le queda tan fijada en la retina que tiene una extravagante idea. Encarga a un artista bohemio la reproducción de la escena con estatuas de cera de su mujer, el amante y él mismo. A raíz de este suceso el marqués empieza a mezclarse con otros personajes de su tiempo y a conocer otras realidades diferentes a la suya. Así, asistimos a los radicales cambios políticos que tienen lugar en el país, que van del populismo a la vuelta de las ideas reaccionarias y el militarismo (en esto el autor recrea los vaivenes políticos de numerosos países lationamericanos a lo largo del Siglo XX), a los que el marqués observa impertérrito.

La prosa de Edwards es excelente y el libro se lee de una tirada y con gusto, consiguiendo arrancar sonrisas del lector en varios pasajes con un humor inteligente y muy satírico. Salvando las lógicas distancias, la novela viene a ser una «Escopeta Nacional» latinoamericana que muestra el contraste entre un personaje aferrado a una forma de vida decimonónica y la nueva sociedad y sus ideas con las que no se siente identificado. En realidad no los combate ni se enfrenta a ellos sino que las ignora como si fueran totalmente ajenos a su mundo. Hasta el final se muestra fiel a su pensamiento. Un pero a la obra es que me resulta excesivamente breve lo que impide al autor entrar de forma más profunda en algunos temas interesantes que merecían quizás un tratamiento más pausado y que podrían haber elevado el tono general de la obra. Sinceramente no creo que sea por incapacidad del autor sino que lo que realmente queria hacer era una mascarada trazada con rápidas pinceladas. En ese sentido, un buen trabajo.

Valoración: 6/10

Jorge Edwards (1931) nació en Santiago de Chile. Diplomático de carrera, entre 1957 y 1973 ocupó diferentes puestos en París (donde trabó amistad con los autores del boom latinoamericano), Lima, La Habana y París (1971-1973). Tras el golpe de estado de Pinochet en 1973 se exilió en Barcelona donde trabajó en la editorial Seix Barral. En 1978 volvió a Chile. Entre 1994 y 1997 fue embajador ante la Unesco en París y en 2010 fue nombrado embajador de su país en París. Entre sus obras destacan ‘El peso de la noche’ (1965), ‘Persona non grata’ (1974), ‘El museo de cera’ (1981), ‘Los convidados de piedra’ (1978) o ‘El inútil de la familia’ (2004). Entre otros premios ha recibido el Nacional de Literatura (1994), el Cervantes (1999) y el Planeta-Casa de Amércia (2008).

‘Yo el Supremo’ (1974), de Augusto Roa Bastos

La literatura siempre ha sido un campo propicio para ‘exorcizar demonios’. Para poner sobre el tapete y ventilar las miserias, tanto personales como colectivas, descargar conciencias y limpiar el alma. De ahí que determinados temas sean muy recurrentes en según que literaturas (Guerra Civil en España, Nazismo en Alemania, etc..). Uno de los más prolijos y de mejor fortuna ha sido la llamada ‘novela de dictador’, de gran tradición en las letras latinoamericanas  y que ha sido cultivada por la gran mayoría de sus autores principales (Vargas Llosa en ‘La fiesta del chivo’, García Márquez en ‘El otoño del patriarca’, Miguel Ángel Asturias en ‘El señor Presidente’ o Alejo Carpentier en ‘El recurso del método’). ‘Yo el Supremo’ (1974) es la aportación del paraguayo Augusto Roa Bastos a esta temática que, prácticamente en todos los países latinoamericanos, ha tenido su reflejo a lo largo de sus azarosas trayectorias políticas, desde que se independizaron hace 200 años. Sátrapas de uno y otro signo han servido a la literatura historias, por desgracia reales, que ni los autores más imaginativos podrían haber llegado a fabular.

‘Yo el Supremo’ es una obra maestra, pero de difícil digestión. La novela se centra en la figura del dictador, y padre de la patria paraguaya, José Gaspar Rodríguez de Francia y de Velasco, que dirigió el destino del país entre 1816 y 1840. La narración va alternando en diferentes planos narrativos: la transcripción de las conversaciones del Supremo con su secretario;  la llamada Circular Perpetua, dirigida a los funcionarios del Estado, en la que el Supremo rememora la historia de la independencia del Paraguay; el diario privado del dictador, etc. Aunque conectados por la historia común, estos planos no se encadenan en la narración ni lineal ni cronologicamente, sino que es labor del lector ir colocando las piezas que conforman el puzzle de la obra. De ahí que requiera de una lectura atenta, interesada y pausada. Pero el esfuerzo merece la pena. A las dos páginas ya es palpable que estamos ante una obra maestra destinada a perdurar y ser un texto de referencia en la historia de la literatura. Y según nos vamos adentrando en ella, la riqueza lingúistica, la complejidad de la construcción, los miles de matices de los personajes y el inimitable estilo de Roa Bastos alcanzan unos niveles magistrales. Más allá de las vicisitudes concretas de la vida del Supremo, comunes a todas las dictaduras (eliminación sistemática de la oposición, justificación de atrocidades por el bien del pueblo, etc..), la obra es una reflexión profunda sobre el poder, en un periodo crucial de la historia lationamericana: las guerras de independencia de Francia y las difíciles relaciones entre las nuevas naciones surgidas.

Valoración: 9/10

Augusto Roa Bastos (1917-2005) nació en Asunción, Paraguay. Su biografía se asemeja a la de muchos autores latinoamericanos del siglo XX. Desde muy joven se implicó en la vida sociopolítica y cultural de su país, desarrollando una extensa carrera periodística (llegó a cubrir los juicios de Nuremberg). Los vaivenes políticos de la región le llevaron a varios exilios (Argentina, Francia).  En 1989 regresó a su país ya convertido en una gran figura internacional, avalada por numerosos galardones: Concurso Internacional de Novelas Editorial Losada, Premio de las Letras Memorial de América Latina, Premio Nacional de Literatura Paraguaya y Premio Cervantes. Entre sus obras destacan: ‘Hijo de hombre’ (1960), ‘Yo el Supremo’ (1974) y ‘El fiscal’ (1989).